El estrés es el proceso que se desencadena cuando una persona percibe una situación o acontecimiento como amenazante o desbordante a sus recursos, exigiéndole un sobreesfuerzo que afecta a su bienestar.
Las fuentes de estrés que actúan sobre las personas mayores vendrían determinadas por los acontecimientos vitales mayores, los sucesos menores o estrés diario (microeventos) y los eventos traumáticos intensos.
Los acontecimientos vitales mayores que afectan al anciano, suelen relacionarse con la muerte de seres queridos, pérdida de la salud, situaciones sociales, problemas familiares o económicos…etc. Los recursos personales para hacer frente a estos conflictos se encuentran disminuidos y estos sucesos vitales producen cambios en el curso de sus vidas.
Los sucesos menores tienen menos impacto, pero son más frecuentes y acumulativos, relacionándose con las situaciones cotidianas adversas, sucesos fortuitos, limitaciones por razones de salud, contrariedades surgidas de la interrelación social… etc.
Los eventos traumáticos intensos capaces de generar estrés postraumático (TEP), están basados en la amenaza que representan para la vida de la persona y en la forma en que ésta responde a dicha amenaza. Las personas que lo sufren, vuelven a revivir el suceso traumático en el sueño o en su imaginación de forma repetida, experimentando los síntomas nuevamente como si estuviera volviendo a suceder.
Ante situaciones estresantes de larga duración, se acelera el envejecimiento cerebral y pueden desencadenarse alteraciones de orden psíquico, fisiológico, emocional y conductual. El síndrome de estrés en el anciano suele manifestarse de forma atípica en esta población, predominando los síntomas somáticos. Los síntomas cognitivo-emocionales, habitualmente se manifiestan de forma más imprecisa que en el adulto sin identificar el estado emocional que le invade, refiriendo una vivencia indefinida de malestar general que no responde a algo concreto. La falta de flexibilidad mental dificulta su afrontamiento.
Deben evitarse los estímulos estresantes en los trastornos psiquiátricos, ya que si no se previenen o no se manejan adecuadamente, desequilibran su curso.
Dependiendo del componente predominante y de la severidad de los síntomas, para su tratamiento es aconsejable la psicoterapia, el entrenamiento en relajación y la farmacoterapia.
Las personas pueden protegerse para evitar el estrés o adaptarse a vivir con los estímulos estresores sin que éstos afecten significativamentea su salud. El afrontamiento es más efectivo si la persona se implica activa y responsablemente en la mejora de sus síntomas.
Las siguientes recomendaciones pueden prevenir y mejorar el síndrome de estrés proporcionando una forma de vida más saludable.
Prepararse para la jubilación y sus cambios, ayudará a vivir esta etapa de una forma ajustada.
Afrontar los problemas de uno en uno. Si se acumulan, aumentará la dificultad para resolverlos y por consiguiente, aumentará el estrés.
Fijar objetivos apropiados y realistas, cuyo logro inspire satisfacción, ayudará a reducir frustración y ansiedad.
Practicar técnicas de relajación ayuda a discriminar, reducir y controlar la sintomatología física asociada a la respuesta al estrés.
Mantener una nutrición adecuada y practicar ejercicio físico adaptado a la edad, es importante. El organismo debe estar preparado para el gasto adicional de energía que genera una situación de estrés.
Hablar con la familia y amigos. Compartir lo que nos acontece ayuda a descargarnos. El estrés disminuye cuantas más y mejores relaciones tenemos dentro y fuera de casa.
Ayudar a otros hace que dejemos de atender únicamente los propios problemas y los relativicemos.
Ocupar y planificar nuestro tiempo. Dedicar el tiempo necesario para hacer las cosas, e incluir en el día a día actividades de ocio gratificantes, relaja y mejora el estado de ánimo.
No manejar el estrés de manera insana aumentando de forma desproporcionada la ingesta de alcohol, el consumo de tabaco o comiendo más de lo habitual. Estas conductas no reducirían el estrés, sino que generarían nuevos problemas.
Aprender a utilizar la tecnología relacionada con lo cotidiano nos hará la vida más sencilla.
Buscar ayuda profesional especializada para saber cómo manejar las situaciones que generan estrés, ayudará a reducir sus efectos.
Cada persona está sujeta a situaciones y acontecimientos que le desgastan y posee recursos específicos para equilibrar ese desgaste. Cada ser humano debe conocer sus “vitaminas emocionales” que le nutren, equilibran y protegen en momentos de saturación.
Mª Clara Aguado Barahona.
Psicóloga Clínica. Gerontóloga.
Psicóloga de la R.P.M.D.”LA FLORIDA”. Vicepresidencia y Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas. Generalitat Valenciana.
Bibliograrfía:
– De la Serna, I. “Manual de psicogeriatría clínica”. Ed. Masson.
– Gil Gregorio, P., Martín Carrasco, M. “Guía de buena práctica clínica en Geriatría. Depresión y Ansiedad. S.E.G.G.
– Mckay, M., Davis, M., Fanning. P. “Técnicas cognitivas para el tratamiento del estrés”. Ed. Martínez Roca.
Fantastico post. Gracias por aportarlo…Espero màs…
Saludos